miércoles, 8 de enero de 2014

Minamata

Minamata (水俣市 Minamata-shi?) es una ciudad que se encuentra en Kumamoto (Japón).
En 2003, la ciudad tenía 30.080 habitantes y una densidad de población de 184,69 personas por km². La superficie total es de 162,87 km².
Fue fundada el 1 de abril de 1949.
Es conocida por los casos de envenenamiento por mercurio que se dieron durante décadas en la zona y que, inicialmente de origen desconocido, recibieron el nombre de «enfermedad de Minamata».

                                        Minamata

La enfermedad de Minamata

La enfermedad de Minamata es un síndrome neurológico grave y permanente causado por un envenenamiento por mercurio. Los síntomas incluyen ataxia, alteración sensorial en manos y pies, deterioro de los sentidos de la vista y el oído, debilidad y, en casos extremos, parálisis y muerte.
La enfermedad de Minamata se denomina así porque la ciudad de Minamata, Japón fue el centro de un brote de envenenamiento por metilmercurio en la década de los años 50. En 1956, el año en que se detectó el brote, murieron 46 personas. Las mascotas y los pájaros del lugar mostraban síntomas parecidos.
Entre 1953 y 1965 se contabilizaron 111 víctimas y más de 400 casos con problemas neurológicos. Madres que no presentaban ningún síntoma dieron a luz niños gravemente afectados.
En 1968, el gobierno japonés anunció oficialmente que la causa de la enfermedad era la ingestión de pescado y de marisco contaminado de mercurio provocado por los vertidos de la empresa petroquímica Chisso. Se calcula que entre 1932 y 1968, año en que cambió el proceso de síntesis por otro menos contaminante, se vertieron a la bahía 81 toneladas de mercurio.
Las víctimas no serían indemnizadas hasta 1996. El caso constituye uno de los llamados "cuatro grandes procesos" de la responsabilidad medioambiental en Japón. Su característica más importante radica en la admisión del uso de la prueba epidemiológica como prueba del nexo causal entre el consumo de los alimentos contaminados y la enfermedad.
En el año 2001 se habían diagnosticado 2.955 casos de la enfermedad de Minamata. De ellos, 2.265 habían vivido en la costa del Mar de Yatsushiro. Los pacientes pueden solicitar compensaciones económicas y ayudas para los gastos médicos. Para reducir la preocupación de la gente, el gobierno japonés también ofrece exámenes médicos a los habitantes del área afectada.
El reportaje gráfico de W. Eugene Smith atrajo la atención del mundo hacia la enfermedad de Minamata.

Convección de Minamata

Representantes de 140 países firmaron hoy, jueves, en Kumamoto (sur de Japón) el primer acuerdo internacional para reducir el uso y el comercio de mercurio y con ello prevenir futuros daños a la salud y al medio ambiente.
La firma del acuerdo se produjo durante un congreso internacional auspiciado por Naciones Unidas y prohíbe la fabricación, exportación e importación de productos que contengan ciertos niveles de mercurio, como por ejemplo, las luces fluorescentes, a partir del año 2020.
El tratado, denominado "Convención de Minamata", obliga además a los países firmantes a reducir sus emisiones anuales de mercurio al medioambiente y a promover formas adecuadas de almacenamiento y de eliminación de este elemento altamente nocivo.
El pacto, que se espera que se comience a implementar a partir del 2016 después de haber superado el requisito de estar ratificado por más de 50 países, busca reducir las emisiones de mercurio utilizadas para extraer oro en las explotaciones mineras de algunos países del oeste de África.
Los 140 estados firmantes, representados por más de 1.000 delegados políticos, se comprometieron a asistir económicamente a aquellos países en desarrollo que necesiten apoyo financiero para terminar con sus emisiones de mercurio.
La convención toma el nombre de la ciudad nipona de Minamata en la que en la década de 1950 se detectó un síndrome neurológico causado por la contaminación del agua tras el vertido de mercurio por parte de una planta petroquímica.
Miles de personas quedaron gravemente enfermas o con discapacidades permanentes.
La rúbrica de este tratado es el resultado de cuatro años de negociaciones en las Naciones Unidas y ha sido citado por varios gobiernos y varias ONG como la última oportunidad del mundo para tomar medidas drásticas para terminar con las emisiones de mercurio

catastrofe de Minamata

Hace 50 años se produjo uno de los mayores desastres industriales de la historia, con cerca de 900 muertos y más de 2000 afectados. No es el mayor ya que este dudoso honor correspondería a otros como Bhopal o Chernobil. Pero si hay algo que lo identifique y nos obligue a recordarlo es que no fue un accidente, sino un claro ejemplo de negligencia, busqueda del lucro económico y desprecio al medio ambiente.
En 1956, en la ciudad de Minamata (Japón), comenzaron a aparecer personas con extraños síntomas como falta de coordinación y sensibilidad en manos y piernas, perdidas de visión y audición y, en casos extremos, parálisis e incluso muerte. Las autoridades ignoraron o minusvaloraron los primeros casos. Dado que la enfermedad estaba localizada en una zona pequeña, se considero que podría ser contagiosa lo que llevo al aislamiento y ostracismo de sus habitantes.

Fue necesaria una revuelta de los mismos en 1959 para que comenzase un estudio oficial del problema. Aún así, costo doce años determinar con exactitud las causas aunque desde el comienzo se sospechó de una empresa química cercana como responsable. Con los años, se descubrió que una factoría de la corporación Chisso había estado arrojando, de forma oculta, grandes cantidades de mercurio a una bahía cercana.
Este mercurio había entrado en la cadena alimentaría, contaminando a los peces y otros animales que formaban parte de la alimentación de los habitantes de Minamita. Los síntomas eran resultado de la intoxicación por metil mercurio, un compuesto derivado de este metal.
Incluso ahora, esta historia puede servir de ejemplo y de advertencia sobre la mezcla de intereses políticos y económicos que puede ocultar durante años un problema medioambiental. Afortunadamente, ahora existen muchos más mecanismos de control tanto legales como institucionales en la mayoría de los países. Esperemos, por el bien de todos, que sean suficientes.